Dedicado a la pequeña J.
Esta es la pequeña historia de la niña que le gusta soñar pero no dormir…
Cuando apenas J tenía un poco más de la edad de Andy, ya coleccionaba sueños, se iba a dormir voluntariamente y en algún momento cuando no le gustaba lo que soñaba, se despertaba, repasaba la escena y volvía a dormirse para cambiar el rumbo de los sueños. Así fue como J en medio de su imaginación, no diferenciaba entre la vida real y la fantasía de su mente. — ¡Pobre niña! —gritaba su madre. — ¡Es un alien!—le decía a su esposo.
J volaba entre conejos púrpura, amigas imaginarios con el pelo anaranjado y que podían vivir sin oxígeno. J aguantaba la respiración bajo el agua hasta ponerse morada, ella quería ser como su amiga imaginaria.
Tenía conversaciones a solas con quien sabe que seres de otros planetas que le enviaban mensajes a una estación radial que tenía base debajo de su cama. Soñaba y a medida que crecía estableció rutinas para no olvidarse de la pequeña J y de la idea de vivir en su subconsciente, el lugar dónde más comprende la vida.
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Cuando Skuld pronunció su veredicto, me alegre de tomar la mano de Andy, lo miré de frente y recordé a la pequeña J, saltando solita por esos mundos de espía que se inventaba y cómo lograba meterse en los sueños de sus amigas del barrio, no sé si adivinaba por pura suerte o realmente lograba transitar esos sueños. Sus amigas siempre se conmocionaban, aunque una que otra le grito— ¡Bruja! — Una se disculpó, pero J cree firmemente que es rara y bruja, así que le dio las gracias por el halago.
Andy, el niño, que necesitaba dormir. En medio del intento de escritura, Rod y yo, estábamos dispersos esa mañana, teníamos el lugar, la escena planteada y sin embargo, debíamos hacer silencio Andy necesitaba dormir y Zero necesitaba recargarse. Así que cada uno partió del g-drive y escribió a solas, son necesidades inevitables, yo necesitaba la banda sonora de Paprika en mis oídos, J necesitaba salir desde los recuerdos de esa infancia con los mundos oníricos que se inventaba y así fue. Escenas que luego engranaron como si nos hubiéramos visto escribir, borrar y re-escribir.
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Así termina la pequeña historia del la niña que le gusta soñar pero no dormir.
Clem la niña imaginaria de pelo anaranjado a la que nombraré C y J es J.
C en medio de una pataleta— ¡Quiero dormir!
J: Pero si tú no duermes.
C: Si tú duermes, yo duermo, allá adentro. —Le señala su cabeza.
J: No me gusta dormir.
C: A mí tampoco.
J: Soñar sí. —Sonríe mientras se restriega los ojitos.
C: A mí también, por eso tienes que dormirte.
J: La mira y susurra— Me da miedo.
C: Imita el susurro de J— ¿Por qué?
J: ¿Y si no vuelvo a despertar? ¿Te veré?
C sonríe. Se miran hasta que J se queda dormida.
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Leer: Zero #5 / Andy #3 – El despertar
Por:
@ClemSinOxigeno y Jules Anyways