Temperatura: 37°C
Viendo batir las hojas de lo que parece un naranjo sin flor, siento que ya no hay urgencia de decir, de hablar, de mover los labios y producir sonidos que parezcan palabras. Así como las hojas que se mueven enloquecidas, en un baile demencial, sin despegarse de las ramas que las sostienen, esas ramas pacientes, que por temporadas las dejan habitar sus puntas, hasta que en el momento justo: Rama y hoja, se sueltan, se dejan ir, se despiden, se dicen con el lenguaje del viento lo que nadie puede decir con palabras: es tiempo de partir.
La hoja vuela libre, mientras la rama espera volver a colorearse de verde, en una espera que se rige por el momento justo, ése que no debe ser inoportuno, ni revuelto, es la rama a la hoja y la hoja a la rama.
Así es como la urgencia de la hoja vuela con ella, en el baile de la brisa y lo que parece una caída, se encuentra consigo misma en un levitar tranquilo, que la llevará al otro lado, dónde deberá estar. Ser. Ella.
¿Y dónde queda la naranja y la flor? ¿Usted qué cree?
¿Después? Qué importa el después.
-No olvides compartir-
Por:
Juliana Ramírez Plazas
Escritora cotidiana
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
Un comentario en “Lunes cotidiano #3: Naranjo sin flor”