—Sé que hablo…
—¿Mucho?
—De verdad te prometo un viaje sensacional… ¡vamos a brillar!
—¿Un viaje en el tiempo? ¿cómo?
—Tonta… no es literal…
—Entonces, ¿qué es lo sensacional?
—Pues… sé que necesitas sacar todo lo eso que sientes…
—¿Todo lo que siento?
—Si… ya sabes… eso que no sueltas… eso que duele…
—Estoy re tranqui… tal vez necesitas soltar tú…
—Podemos tener un viaje en el tiempo y modificar lo que pasó…
—¿Qué pasó?
—¿No recuerdas?
—La verdad… hoy estoy tan ligera que todo lo que he vivido ha sido aprendizaje… no sé de qué hablas…
—Te lo prometo… estaré ahí… ¡si tu saltas yo salto!
—¿Al pasado?
—Sí.
—Prefiero no saltar para atrás, ¿no te parece que el tiempo presente es perfecto?
—Dímelo tú…
—Te lo estoy diciendo. ¡Es perfecto!
—Te lo juro será un viaje sensacional. Como esa canción: «¡Vamos a brillar!»
—Ya estoy brillando.
—¿En serio?
—Sí, pareces un comercial de detergente, vendiendo el antes y después de una camiseta sucia… que en realidad nunca fue lavada por el detergente que venden…
—¿Así de mal sueno?
—Peor… más bien… yo te prometo que si tu saltas yo no salto, más bien te sostengo, para que te quedes aquí. ¿Te parece?
—Sí… pero…
—¿Te parece?
—Bueno, me parece. ¡Vamos a brillar!
—¿Ya podemos dormir?
—¿Tienes sueño?
—Pues la verdad sí… pero no puedo dormir con tu vocecilla revoloteando en mi cabeza…
—Si, es que esa canción la tengo pegada en tu cabeza…
—A dormir, bye
(Zzzzzzzz…)
(En el fondo del sueño suena: Cromo y Platino de Soledad Vélez)
***
Por:
Juliana Ramírez Plazas
Escritora Cotidiana
MORAR DENTRO 
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